jueves, 4 de noviembre de 2010

El duelo

En estos días mucho se ha dicho y escrito sobre Néstor Kirchner, por eso tal vez estas palabras no tienen otra razón que la de terminar de elaborar un duelo, que en mi caso se traduce mucho más en angustia que en llanto, hasta que logro con el atajo de la escritura empezar a transitar el dolor desde otro lugar.
Esa mañana como a muchos la ingrata noticia, me sorprendió bajo el sol y el silencio de un día de Censo Nacional. Debí llevarme varias veces las manos a la cara y sacudirlas para darme efectiva cuenta de que lo que me dolía en el pecho era la realidad y no el despertar de una pesadilla.
Encendí el televisor y comencé como tantos otros seres anónimos a transitar imaginariamente esa Plaza de Mayo donde empezaban las primeras manifestaciones del dolor, lo primero que vi fue ‘FUERZA CRISTINA’, colgado a la verja junto a unas flores temblorosas y eso aflojó mis primeras lágrimas .Sentí luego la necesidad de ir a pedirle a Dios por su merecida gloria, y luego de reunirme con otros en la plaza de ésta mi ciudad, para no sentirme tan desolada.
Supe que había habido festejos y alegría, por esta muerte que como cualquier otra merece al menos respeto , (si no se trata de un imbécil por supuesto, capaz de creer que eso solo les pasa a los otros,) fue allí cuando dimensioné la gracia de la Fe, al menos es ante la trascendencia donde uno encuentra que no está a merced de seres tan finitos e insignificantes, luego pensé también en la mediocridad de muchos ,y en la certeza de que el mediocre como mide con su propia vara no puede ver la grandeza ajena ,para él solo él y sus iguales lo merecen todo, esos los otros no existen , les son invisibles.
Por muchas horas esos ahora visibles de la plaza de distintos grupos etáreos y de distintas procedencias sociales fueron mi compañía. Me sentía identificada con esa multitud que llegaba y transitaba todo el tiempo con sus lágrimas sus flores y sus apelaciones hechas voces ante lo doloroso de la muerte. Tuve clara conciencia una vez más que me unía a ese pueblo el tener muy presente mi identidad y mi compromiso con mis hermanos de clase , yo soy parte de ese pueblo agradecido que llora a Néstor Kirchner porque fue el que nos sacó del infierno, de más de tres meses sin cobrar el sueldo docente, de las cuasi monedas que nos hacían sentir parias al trasladarnos de una provincia a otra , y que les dijo a muchos otros que en peores situación habían pedido hasta la dignidad de comer en sus hogares, que había llegado para cambiar el modelo que nos había sumido en la pobreza.
La memoria es frágil, pero creo que los mal nacidos (nacidos en el lugar equivocado) son mucho más que simples desmemoriados, son aquellos que se avergüenzan de ser pueblo, porque pueden elegir y porque están siempre intentando poner el pie en un escalón más arriba ,creyendo que al salvarse solos ,no tendrán que ocuparse de los demás y que podrán olvidar hasta sus orígenes, nuevos ricos, aunque más no sea de conciencia, buscan el reconocimiento de los poderosos, son los que siendo maestros, o empleados públicos ,defienden a las corporaciones y se ponen a sus servicio sienten la pertenencia, la importancia de ser parte del poder exhibir en su auto la oblea: “estoy con el campo” o los que defenestran todo el tiempo a los negros , a los sucios y a los diferentes, como si estar en un o en otro bando fuera solo una cuestión de simple elección.
Son victimas, producto de los masmedias y sus mensajes hegemónicos? Son los autodenominados ‘anti’, son gorilas o simplemente son gente que piensa diferente pero con un grado de soberbia en el saber? No se si alguien tiene la respuesta, la realidad es compleja y no siempre pueden visualizarse todas sus aristas, pero lamentablemente
son también los que odian a Cristina, porque es mujer, porque es inteligente y porque no pierde el glamour ni siquiera ante el dolor mas profundo; el glamour, esa forma particular de ser ,que no se compra en los shopping ni la dá la cartera Louis Vuitón, ni el estar en una determinada clase social.
Cristina, esa mujer quebrada por el dolor, que como dijo Hebe Bonafini tuvo que trabajar de fuerte, que estaba ante el féretro de su marido, no sólo para llorar al flaco setentista que conquistó su corazón y con quién inauguró y sostuvo una familia desde hace más de treinta años, sino para despedir a quién había sido un Jefe de Estado, ocupando ella misma ese lugar en el presente, con toda la carga protocolar y con toda la responsabilidad de sostener y consolar a los que más allá de ellas y de su hijos, veía como más débiles y desgarrados por la perdida.
Mas allá de lo protocolar,...como le hubiera sin dudas gustado a Néstor; pudo quitarse de encima el lastre de la restauración conservadora, como la llama Foster.
Nada le perdonarán como ocurre siempre, ni el cajón cerrado, ni que se haya negado recibir a los Macri, a los Sanz y a tantos otros personeros del odio, que como era de esperar iban con la intención ‘non santa’ de mostrarse como ellos mismos gustan en llamarse decorosos ante el dolor ajeno, con el ánimo de sacar rédito político si se podía..
Tampoco aparecieron o al menos sus banderas no estaban en la plaza los que siempre lo corrieron por izquierda, los principistas, puristas , disconformes, para quienes creen que gobernar es algo más o menos como manejar su propia casa. Tampoco se vio a los progres , quienes en nombre de la duda metódica, que los caracteriza, intentaron cargar sobre sus espaldas la falta de resultados por la desaparición de Julio López, o algunos de los dirigentes de izquierda que intentaron por todos los medios endilgarles como fuera posible, la no menos dolorosa muerte de Mariano Ferreira.
Néstor, el pingüino, el lupin, o como se lo quisiera llamar vivió hasta agotar la vida, ardiendo en la pasión de sus ideales y sosteniendo con todo sus esfuerzos sus convicciones hasta las últimas circunstancias., despertó amores y odios, como lo hacen los grandes, los tibios nunca fueron de su partida. Tuvo equivocaciones, muchas, como todo el que es capaz de hacer, tal vez su peor equivocación sea el depositario del voto no positivo, que no le permitirá a su viuda tomarse ni siquiera un tiempo para el duelo.
Tengo la sensación, de que a lo largo de estos días lo fuimos descubriendo, nos fuimos enterando para nuestra complacencia que era mucho más grande y más noble de lo que lo conocíamos.. , Los testimonios llegaron a través de su pueblo, todos distintos e igualmente dignos de reconocimientos, de sus amigos los otros presidentes de pueblos hermanos, que vinieron a despedir no solo al ex -presidente, sino al amigo, al compañero de sueños en la construcción de la patria grande, que empieza lentamente a germinar.
El 29 de octubre, llovía, el día lloraba las lagrimas de toda su gente, los que podían se guarecían bajo los paraguas, los miles de personas que fueron a despedirlo desafiaban tal vez no solo a la inclemencia del día sino a lo posible por venir, otras posibles inclemencias, el Vamos Néstor y el fuerza Cristina se fueron acuñando como en el pañuelo blanco el dolor de las madres, miles de seres se sentían huérfanos de padre ¿no es acaso ese el rol de un Estado democrático?
La, mujer, la esposa, la viuda, la presidenta devenida en madre les devolvió la imagen de la fuerza hasta para cuidarlos de la policía cuando la exaltación del dolor los volvía casi impertinentes.
Esa imagen de la plaza siempre repleta, había ido lentamente cambiando su fisonomía, la angustia de los primeros momentos se fue trasformando en fuerza, en coraje, eran muchos y podían animarse, daba la sensación de que se habían dado permiso para todo , cantar, expresarse con gestos y palabras, pero no había consenso para la violencia, que sin duda estaban esperando muchos de los que formaban parte del antiduelo.
Cuando el gran pájaro de acero se izó hacia el cielo, desde el suelo de aeroparque, pudo escucharse como un último desgarro el grito de NESTOR,… el pingüino volvía a su amado Sur, junto a su mujer y a sus hijos, allí también lo estaban esperando…
El pueblo presente, algo muy distinto a una entelequia, los hombres, mujeres, jóvenes y niños se acurrucaban en el dolor de haber perdido su presencia humana para siempre, y se llamaban a silencio .
Una inmensa Bandera Argentina izada a media hasta, flameaba hacia lo alto como presagio de libertad, los dignos de ella, retornaban a sus casas o terminaban la ceremonia audiovisual, tal vez por un instante hasta el odio mas irracional inclinó la cabeza.
María Ester Bianchi de Brun.

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